
Foto tomada del libro “ABC del folklore colombiano”, de Guillermo Abadía Morales.
La tonada más representativa de la región Llanera colombiana es el joropo, ritmo de clara influencia hispánica o flamenca, y cuya palabra proviene del árabe xärop, que significa “jarabe”. Es por esto que predominan los instrumentos de cuerda en su interpretación, en especial la bandola “pin-pon”, el cuatro, el tiple, el bandolín y el arpa, además del furruco, la carraca, los capachos o maracas, y la sirrampla.
El joropo tiene distintas variantes. Una de ellas es el pasaje, “un joropo lento, cadencioso, con letra descriptiva, amorosa y lírica; es muy abundante hoy por el uso del arpa en vez de la bandola que era obligada en los joropos recios”.
Abadía Morales también menciona otra variante, el “seis” que, a su vez, se divide en cinco clases: seis por ocho, por derecho, ‘figuriado’, ‘atravesao’ y por numeración o ‘numerao’.
El “zumba-que-zumba” es una variante que tuvo origen en festividades y sátiras, y que actualmente se asimila a un joropo normal en lo vocal, instrumental y coreográfico.
Fuente: “ABC del folklore colombiano”, de Guillermo Abadía Morales.
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